Como todo triunfo, la victoria con el entonado Millonario tuvo algunos apartados de suerte, que de todas formas fueron ampliamente superados por los méritos del equipo. Fue vital el error de Chichizola y que el rival no aprovechara el flaco sector derecho del Fortín. Pero el desarrollo sumó mucho para que el fondo (incluido Barovero) ganara en seguridad y no motivara ese tendal de sobresaltos que venía siendo cada ataque rival. Sólo tuvo algún error grueso que no pasó a mayores y que salvó el arquero. La clave estuvo en el medio, con el enorme despliegue de Ricky Alvarez y, cuando ingresó, con un Héctor Canteros en buen nivel. Así las cosas, la realidad nos invita a soñar con un Bella-Canteros-Zapata o Alvarez como alternativa para el conocido Fernández-Razzotti-Zapata. Tal vez las soluciones no aparezcan insistiendo con el pasado, sino con vientos de cambio.
Y así como atrás pudieron trabajar más tranquilos con el medio resuelto, Moralez, Ramírez, Silva y después un Martínez que demostró que la ambición en el banco estaba intacta, lograron hacer su juego con mayor tranquilidad, sabiendo que sus aciertos eran capaces de impactar en el resultado. Quiso el olfato goleador del uruguayo encontrarlo siempre en el lugar indicado, para aumentarle también a él ese optimismo que no le viene mal a nadie, y menos en este momento.
En Núñez quedó claro que hay material para mejorar el presente y volver a ver al equipo como protagonista. Ya veremos si estos resonantes triunfos servirán a la larga como punto de partida de una fuerte recuperación, para inyectar confianza y alimentar ilusiones sustentables en un semestre que empezó torcido. La verdad que lo merecen. También desahogan. Y, por ahora, suman para renovar la alegría de ver a este equipo.
Por Marisa Pontieri (TyC Sports).
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