Parece que el destino se empeña en postergar el alivio de nuestras dudas. ¿Vélez está para campeón? En algún partido importante pareció que no, en otros menos relevantes que sí, y ahora, que teníamos frente a frente un encuentro que bien podía definir esa incógnita, no tenemos respuesta. Es que ese 0-0 de a momentos exasperante terminará siendo victoria o derrota según lo que pase en las próximas fechas, en donde, de una vez, deberemos asistir a esa respuesta que esperamos. Sí o no, esa es la cuestión.
Estudiantes vino a hacer al Amalfitani exactamente eso que sabemos que a Vélez le cuesta resolver: así fue como el conjunto de Gareca generó una sola chance neta -el cabezazo de Tobio- pese a ser protagonista y claramente el que intentó ganar el pleito. De todas formas, ni lo del Fortín fue elogiable, pues estaba obligado, ni lo del León criticable, porque era el que tenía los tres puntos de brecha a favor y el empate le sentaba bien. Ahora, si esa es la imagen que debería dar un candidato al título, es materia de otra discusión, mucho más amplia dada la importancia creciente de la mezquindad exitosa en el fútbol y en la que seguramente no sería Estudiantes su exponente más extremista.
El choque constante de las buenas intenciones de Papa, Augusto Fernández, Alvarez, Martínez, Silva o Cristaldo con la numerosa guardia que plantó Sabella, muchas veces con el pelotazo como alternativa, fue una imagen de impotencia que pocos queríamos ver. Para colmo, se podría haber perdido por esos espacios que quedaban entre Augusto y Cubero y la persistente pero acostumbrada falencia en la marca: es que, pese a su planteo, Estudiantes llegó más. Sin embargo, hay buenas noticias: pocos rivales podrán volver a desarrollar tan bien una táctica similar. Y no es lo mismo que la intenten otros, por citar un ejemplo, Quilmes. El Pincha tiene muy buen material para ejecutar esa receta, pero si equipos de menor calidad línea por línea pretenden copiarla y Vélez juega como el viernes, serán muchos más partidos los que gane que los que empate o pierda. Ni hablar si no tiene que extrañar a ninguna de sus tres joyas en cancha, como acaba de hacer con Moralez.
Pensando y mirando detenidamente la tabla será que el empate no tuvo un recibimiento fatalista entre el público velezano… Tres puntos nos separan de la cima y es apenas un partido; y todavía falta mucho, tanto para Estudiantes como para Vélez. Por ahora, el Fortín no depende más de sí mismo (¿será tan grave faltando siete fechas?) y, lo que sí provoca cierto escozor, sigue en deuda en los encuentros de alto vuelo. Mientras, habrá que aprender a convivir con la incertidumbre.
lunes, 25 de octubre de 2010
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