lunes, 30 de agosto de 2010

Hackeados


Gente que tiene muy poco que hacer y se dedica a pensar en la existencia del otro hubo siempre y en todas partes. En general se trata de personas grises, de vida aburrida y una incontenible dosis de envidia, lo que los lleva a ocuparse más de lo que ellos creen es entorpecer el camino ajeno, que de ponerse a reflexionar para enriquecer el suyo.

En ese rubro bien pueden entrar los hackers malignos. Y creo que anoche, en una muy fría terraza vienesa, uno de ellos me jugó una broma pesada. Seguramente xeneize, intervino la página en la que decidí ver el partido y, mientras los ilusos visitantes entre los que me incluía creíamos asistir en vivo a una tarde en La Boca, este personaje se encargó de reemplazar la transmisión por un mix magistralmente editado de todos esos errores que, por repetición y a los golpes, un equipo que apunta al campeonato jamás podría cometer nuevamente ante rivales que conoce tanto.

En una pantallita de 10×6 centímetros cuya definición me impedía distinguir a los protagonistas, el engaño duró noventa minutos durante los cuales creí, azorada, que otra vez cada centro que caía en el área de Vélez derivaba en un tembladeral, que nos hacían goles los mismos de siempre y estaba jugando Riquelme, que nuevamente los jugadores se trenzaban más para discutir que para ir hacia adelante, que otra vez un error del árbitro nos liquidaba y que, por sobre todas las cosas, una vez más le caíamos como anillo al dedo a Boca para calmarle las aguas.

Pero más tarde, consumada la decepción y entre pesadillas, me di cuenta de todo. Este genio informático había ensamblado pedacitos de poco felices partidos contra Boca de los últimos tres años. Y el Burrito Martínez no gravitó porque en realidad era López, quien yo creía Domínguez era Maxi Pellegrino, Silva fue de a ratos el de La Volpe, y hasta, de lejos -¡ja!-, confundí a Gareca con Tocalli.

Así que ahora volví a la zona wi fi, urgida de contarles mi aventura. Y ansiosa por abrir TyC Sports y, si el hacker lo permite, enterarme del verdadero resultado entre el Vélez puntero y el oprimido Boca.

domingo, 22 de agosto de 2010

Como nunca


¡Hola velezanos! Acá les escribo desde la calle, sentada en la puerta de una iglesia en Vercelli, Italia. Anoche "viví" el triunfo de Vélez como pocas veces: apenas escuché cuatro o cinco minutos, también en medio de una callecita, y con interrupciones. Sabíamos que podía pasar: a un hotel sin internet se le sumaron otros factores entre humanos e incontrolables, como la escasa batería en la notebook (los enchufes en Europa merecen un capítulo aparte) y un pueblo sin locales con wifi y con calles curvadas al mejor estilo Parque Chas que nos llevaron a encontrarnos, a mi novio y yo, en la misma noche cuatro veces en la misma esquina.

Salimos a las nueve de acá a recorrer la ciudad a la caza de internet. Creíamos que para un lado era la calle principal, la Giuseppe Garibaldi, y para el opuesto la fiesta del pueblo de los fines de semana, en una tal Piazza X. Supusimos que esos dos puntos serían los más concurridos por la redes del lugar. Pero nos perdimos, una y otra y otra vez. Y cada vez que veíamos donde apostarnos abríamos la notebook y verificábamos sin éxito si había alguna red sin clave que anduviera. Mientras, mi pobre madre desde Buenos Aires me mensajeaba algunas instancias del partido. Recién tuvimos suerte en el segundo tiempo, cuando probamos en una vidriera de un negocio cerrado que permitía sentarse. Como la batería ya flaqueaba, pusimos la radio y apagamos el monitor. Escuchamos un poco, luchando contra los cortes de red, hasta el momento del ¡penal! Darío Tonón vociferaba que la falta de Prósperi a Martínez merecía la intervención de la Comisaría 44. Y, como en un predecible cuento de fútbol, se cortó todo. Esta vez, por culpa de la batería. No había nada más que hacer.

Crucé los dedos pensando en el delay: seguramente, en Liniers la realidad ya se había consumado un par de minutos antes. Hasta que sonó el celular: ¡gol, gol de Vélez! Y lo gritamos en esa calle desierta. Caminamos algo más, sin rumbo como siempre, y luego llegó el mensaje del segundo gol. Y el final. Y de la forma menos convencional y más lejana, sentí que había vivido el partido como nunca.

Por Marisa Pontieri (TyC Sports).

martes, 17 de agosto de 2010

Poco Más que Pedir


Es increíble cómo se exaltan los sentimientos de hincha en la lejanía. El triunfo ante All Boys, en mi rutina de periodista en Buenos Aires, hubiera desembocado en una alegría combinada con mesura: los goles perdidos, el sufrimiento hasta el final, el desarrollo algo adverso en el inicio… Pero una vez más me ganó la euforia, la necesidad de ganar como sea, la ilusión alejada del análisis. ¿Debería viajar más seguido?

Más allá de esos minutos iniciales en los que All Boys logró inquietar en base a su empuje, varios pasajes de lo que siguió recordó al mejor Vélez. Bien atrás, Moralez clave y patrón de ataque, Martínez como todos lo queremos ver y un Silva que aunque, contrariado, mostró que sigue con el hambre intacta. Lo que sí, y ésto es lo poco más que pedir, es que no hace falta tanto suspenso. Un error atrás (ay, Montoya) y todo tambalea. Hay que definir antes. Pero el equipo está bien, entero y mejor que el semestre pasado, y sólo derrocha optimismo.

Habrá que ver cómo responde el plantel cuando empiece la doble competencia. Por suerte falta para eso. Por ahora ¿se puede decir que somos candidatos? ¿Quién nos hizo sombra en estas dos fechas? Eso me lo tienen que contar, porque no me veo haciendo malabares con el wifi para ver cómo juega Racing.

lunes, 9 de agosto de 2010

Contigo en la distancia

Gracias a los milagros de internet, el domingo tan lejano a Liniers terminó con una inmensa alegría de sabor conocido: el debut con triunfo y la inevitable ilusión. Debo haber alterado la medianoche de Stuttgart con el grito del gol de Silva; acá las actividades se terminan muy temprano por más que ahora anochezca tarde. Apenas se cena y una media pensión se compone de desayuno y almuerzo. Pero las circunstacias ameritaban ir contra las costumbres Y ojalá siga pegando gritos pelados por más que la distancia se empeñe en hacerlos sonar descolgados.

Debo haber visto y escuchado, entre interrupciones, la mitad del partido. Imagen por un lado y radio partidaria por otro, desfasados, soportando cortes por un débil wifi y teniendo que actualizar seguido para no perder el hilo. ¡Pero no se imaginan la alegría de haber podido captar todo eso! La verdad que no esperaba tanto. Y sentir el gol, la gente… Aunque me queden pocos puntos para analizar con propiedad. Con Martínez volvimos a jugar con once, ¿no?, mejor la defensa y bien Augusto, entre otros que recuperaron su mejor cara… Pero por lo que vi y leí la diferencia quedó un poco corta. Habrá que enfocarse en no perdonar más a nadie para que buenos trabajos no terminen en puntos perdidos.


Ustedes seguro tienen mucho más para agregar y ponerme al tanto. Se los voy a agradecer. ¡Abrazos velezanos desde tierras teutonas!

lunes, 2 de agosto de 2010

La Cuarentena

Al fin, como quien no quiere la cosa, entramos en la semana. La semana que tanto tardó en llegar, esa en la que pensamos tantas veces desde hace otras larguísimas, y siempre imaginando cómo se vería Vélez en el debut. En el medio, nos alegramos al saber que sería en Liniers contra Independiente, en el plantel se fueron muchos, llegaron pocos, se ganaron amistosos que, aunque no quisiéramos, invitaron a ilusionarse pensando en los porotos. Podríamos aventurarnos a decir que, interna o exteriormente, no hubo hincha de fútbol que no clamara por el regreso a fines de semana como el que se viene. Ni un Mundial puede cambiar eso. Y yo, particularmente, soy de los que prefieren sin dudar festejar un campeonato con mi equipo que un Mundial con la Selección. Una confesión para que se despachen los patriotas.
 
Y ya que nos metimos en lo personal, se los tengo que decir. Este blog va a cambiar. No para siempre, sino por un largo mes. Poco menos de 40 días en el que estaré de vacaciones muy lejos -si los muchachos de Barajas no me ven cara de lavacopas, claro-, intentando seguir a Vélez a la distancia. Sin tele, tratando de sintonizar alguna radio desde una conexión a internet que no sé a ciencia cierta si tendré. Más allá de la alegría por hacer un viaje tan interesante, por el lado del fútbol no va a ser fácil: debo confesar que he llegado a soñarme sabiendo que Vélez juega y no puedo seguirlo en mis peores pesadillas.
 
Ya armé una red para que me cuenten todo lo posible durante los partidos por mensajes de texto, pero soy conciente de que deberé recurrir a tardías crónicas escritas para ponerme al tanto en profundidad. Y seguramente, si bien pienso hacer todo para estar informada, me voy a saltear más de una entrega entre los cinco partidos locales y la ida del arranque de la Sudamericana. Al principio pensé en presentarles a un colega para que él lleve adelante este blog, pero en principio prefiero que siga escrito por alguien que siente al Fortín. Y así que, estimados comentadores, en este tiempo en que mi visión va a ser siempre incompleta, me voy a permitir pedirles que me ustedes me cuenten su verdad a mí. Comenten a sus anchas, pese a que alguna vez falte el post disparador. Entre todo lo que me digan, tal vez pueda llegar a hacerme una mejor idea de lo que pasa con Vélez a tantos kilómetros.
 
Tendré que confiar ciegamente en las comunicaciones y en la tecnología. Y en los ojos de otros. Más que nunca, este blog es de ustedes. Eso sí, cada vez que sea posible, se los pediré prestado un rato.

Por Marisa Pontieri (TyC Sports).