miércoles, 17 de noviembre de 2010

Donde se merece

Para contar la historia que Vélez escribió ante Lanús resulta difícil no empezar por el final. Ese desahogo, esa diferencia mínima recién rubricada con el último pitazo, la alegría desatada de saber que, por fin, el equipo había llegado a la punta. Ni siquiera conocer de memoria que en el fútbol todos los hechos consumados son también parciales, y que ese liderazgo estará asegurado sólo por una semana, pudo apagar el fuego de los festejos. Es que esos son los instantes que consagran al fútbol y, parciales o no, valen la pena.

Pese al suspenso y el sufrimiento, los momentos anteriores a ese desenlace tuvieron a Vélez a la altura de las circunstancias en un rubro importantísimo, la actitud, porque entró al Amalfitani una vez más sabiendo el resultado ante Estudiantes y nunca aflojó ni perdió de vista la ambición y la obligación de ser protagonista, ganando uno de esos partidos en los que a la postre sólo importa el resultado: de local, ante un equipo técnicamente inferior, corriendo de atrás en la tabla y en la recta final del campeonato.

Si Vélez no ganó por más margen mucho más tuvo que ver Caranta que la mala puntería. Y eso que Maxi Moralez estuvo bajo comparado con Martínez y Silva. La buena fue que Ricardo Alvarez coronó una tarde que empezó con nervios de más, perdiendo muchas pelotas y sin encontrar su lugar en la cancha, con ese golazo increíble que definió el partido. También hubo suerte: Cubero hizo agua y casi deja al equipo con diez en un sector que sigue sin convencer, con un Augusto Fernández en deuda en defensa y en ataque. Y la cosa, que podría haber sido grave, no pasó a mayores entre el escaso caudal de ataque del rival (salvo por Regueiro, que volvió loco a más de uno), los cruces salvadores de los centrales, un Somoza atento, un arquero que aparece cuando hace falta y un técnico que no se olvida que cerrar los partidos desde el banco también es una opción.

Hoy, Vélez está donde quería. Y, lo más importante por lo hecho en sus últimas presentaciones: donde se merece. Nadie sabe ni puede asegurar qué pasará de ahora en más, pero basta con gozar de cada paso, tan parciales respecto al resultado del torneo como esperanzadores. De eso también se trata el fútbol.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Una ecuación positiva

Al fin una respuesta, al fin un triunfo difícil, con todas las letras. Vélez consiguió esa victoria que todos estábamos esperando: de visitante, ante un rival de fuste, en un momento de extrema obligación en el que el empate equivalía a la derrota, sufriendo embates que obligaban a empezar de cero… Claro que mientras esté Estudiantes a tres puntos, toda conclusión sonará a demasiado parcial. Pero es claro que este Fortín apretado por la tabla está creciendo. Lástima que si le alcanzará, no dependa sólo de él.

Por el desarrollo del partido con Banfield, entre sufrimiento y final feliz, resultó imposible no trazar paralelismos entre este equipo y el campeón del año pasado. Y quedó a la vista que, defensivamente, es bastante menos, y arriba, mucho más. Las dudas atrás ya ocuparon demasiadas líneas en este espacio y siempre siguen ahí, dando que hablar. Más allá de que Domínguez siga mejorando (eso no significa que esté al máximo) y Ortiz no haya desentonado, permanecen las fallas en los laterales, el juego aéreo y los relevos en toda la línea. Parece que con estos jugadores, y ya con demasiada presión encima como para probar con algún juvenil, va a haber que acostumbrarse a convivir con eso. La ecuación ganadora es maximizar el poderío ofensivo para restarles importancia a los problemas del fondo. Y, el domingo, la cosa funcionó: el saldo fue positivo.

Párrafo aparte para un determinante Gareca, que supo confiar, jugársela y esperar el momento justo para bajar la persiana. Acertó con Cristaldo y también, cuando se tuvo que cuidar, con Díaz y Razzotti. Esas variantes marcaron diferencias que también dieron que pensar: ¿sirvió tanto arriesgar con Augusto Fernández? Sin contar que Somoza sigue con altibajos…

Por último, y pese a la reaparición del espíritu del equipo, hay otra diferencia con el Clausura 2009: el rival. Estudiantes, a su manera, sabe cómo salir campeón. No será tan fácil que se caiga, aunque en el fútbol todo sea posible. Pero por lo menos, si hoy nos ocupamos de nosotros, tenemos buenos motivos para disfrutar del presente. Y eso ya es suficiente.

Por Marisa Pontieri (TyC Sports).