
También influyó en el saldo positivo que el equipo debiera funcionar con engranajes no del todo aceitados, por primera vez en un partido por los porotos. No era lo mismo ni fácil para Razzotti reemplazar a Somoza con Zapata que con Canteros al lado. Tampoco la defensa por su sector estuvo en su mejor noche, y así los volantes rivales, como Battión o Cabrera, se lucieron de más. A Moralez, excepto por sus ganas y el gol, no se lo vio muy cómodo en su función más adelantada. Y David Ramírez tuvo que irse acoplando con el correr de los minutos, dejando la sensación de que será muy útil cuando le tome al máximo el pulso al equipo.
Que finalmente no se haya perdido permite reordenar las ideas con mayor tranquilidad. ¿Cómo solucionar las dificultades defensivas? Ya sin la chance de recurrir a refuerzos aunque sí con la posibilidad de meter mano entre los juveniles (la doble competencia lo hará más factible), la respuesta es sólo una: trabajo y más trabajo. Después, sólo se tratará de buscarle el máximo rendimiento a la parte ofensiva. Rogar que las lesiones ni se asomen por el plantel. Y mantener esa actitud, la fórmula sagrada para que todo sea posible.
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